Febrero, mes de las tragedias ferroviarias

Tragedia de Once: familiares de las víctimas reclaman que la Corte ratifique las condenas. Hubo dos accidentes ferroviarios, que por extraña coincidencia también fueron en febrero

Los familiares de las víctimas de la Tragedia de Once reclamaron, en un nuevo homenaje a ocho años del siniestro, que la Corte Suprema ratifique las condenas.

“En estos ocho años hemos caminado siempre en el mismo sentido, sin odio, sin venganza, pero con un pedido firme de justicia”, dijo a Télam Paolo Menghini, papá de Lucas Menghini Rey, uno de los muertos, durante el acto en el andén 1 de la terminal ferroviaria porteña.

El fatídico 22 de febrero de 2012, que tuvo 51 muertos y más de 700 heridos, no es el único accidente a gran escala que tuvieron los ferrocarriles argentinos.

Lamentablemente existen dos antecedentes que por extraña coincidencia también ocurrieron en febrero.

Una de ellas, se desencadenó a las 7.22 del 25 de febrero de 1978 cuando un camión Ford F 600 con caja y acoplado térmico, con una carga de 25 mil kilos de grasa comestible y latas de corned beef para Córdoba, fue impactado por el Estrella del Norte que había partido de San Miguel de Tucumán y tenía como destino la estación Retiro.

Viajaban 2130 pasajeros, casi la misma población que sería testigo del accidente: Sa Pereira, provincia de Santa Fe.

La formación no pudo evitar el choque y la tranquilidad del pueblo fue quebrada por el estruendo del acoplado pulverizándose. Según la crónica la época, la locomotora “había saltado de las vías y se desplomaba volcando paralelo a ellas, el tren siguió su recorrido por cientos de metros hasta que los dos coches del centro se incrustaron entre sí en un abrazo de hierros y maderas’.

Para los vecinos que se empezaban a acomodar frente al nuevo día, luego del estruendo, “se escucharon gritos de espanto y dolor que crecieron y que después se fueron apagando hasta convertirse en un coro desentonado de quejidos’.

Los habitantes de Sa Pereira, se fueron multiplicando para ayudar, obedecieron órdenes de policías y bomberos que iban llegando desde San Jerónimo, Esperanza, San Francisco, Rafaela, Gálvez, Rosario, Santa Fe, Paraná, así como de otras poblaciones vecinas.

Sa Perieria, en 1978 tenía casi la misma población que los pasajeros que viajaban en el tren

El peor accidente de Latinoamérica

El 1 de febrero del 1970, era un domingo que se había prestado para que mucha gente fuera a los balnearios de Zárate y Campana, por lo cual el tren 3832 salía de Zárate cerca de las 19hs con más de mil pasajeros a bordo. El destino era Retiro.

Una hora más tarde salió de la estación Benavídez hacia su siguiente parada General Pacheco pero a unos cientos de metros se detuvo por un desperfecto mecánico en su locomotora en el poste de señalización del kilómetro 36.

La zona donde se encontraba detenido el tren 3832, era una zona inhóspita, de muy difícil acceso, eran bañados y lagunas, de un lado y por el otro el predio de LRA 1 Radio Nacional. El motorman junto al mecánico trabajaban en la locomotora a fin de solucionar el inconveniente técnico, mientras los pasajeros permanecían a bordo de la formación debido al agreste terreno donde se encontraban.

De ahí en más el error humano entró en escena: en Benavidez el señalero se olvidó de colocar en rojo la señal de la vía.

En Benavidez, el error humano fue determinante para el peor accidente de trenes del país

Un día antes, un tren que cubría el trayecto de San Miguel de Tucumán con Retiro, iniciaba su recorrido en el que paraba en todas la estaciones hasta Rosario, de allí en adelante ya no se detenía hasta su estación terminal Retiro.

Con doscientas sesenta almas a bordo la formación 1016 tirada con dos locomotoras avanzaba desde Rosario en adelante a una velocidad no menor a los cien kilómetros por hora.

Así y con cuarenta minutos de demora, paso por la estación Benavídez pasados unos minutos de las 20hs, sin que nadie le advirtiera que metros más adelante se encontraría con su trágico destino.

Algunos pasajeros de los últimos vagones empezaron a sentir algo raro, algunos miraron hacia atrás, dentro de la oscuridad que del anochecer, y notaron al 1016 que avanzaba a toda velocidad por la misma vía en la cual estaban detenidos, algunos gritaron advertencias y saltaron por la ventanilla, cayendo a una zanja contigua.

El conductor de la formación 1016 aterrado, al ver al 3832 detenido frente al él, activó los frenos de emergencias, tocó la poderosa bocina de la locomotora unas cuantas veces, cerró los ojos y comenzó a rezar.

La terrible inercia del peso de todo el tren, siguió llevándolo directamente hacia su par detenido.

Hubo un momento de silencio, y luego el crepitar de los hierros contra hierros, la locomotora se empezó a incrustar dentro del último vagón de la formación 3832, destruyendo todo a su paso, destrozando los vagones, y arrancando las almas de los ocupantes, y después el grito desesperado de los sobrevivientes.

El maquinista del ferrocarril impactado, herido gravemente, montó un caballo de un paisano que se acercó al desastre, cabalgó hasta la estación Pacheco y dio aviso a las autoridades; también un radioaficionado alertó a fuerzas de seguridad.

Los elementos del destacamento Pacheco de los Bomberos Voluntarios de Tigre fue uno de los primeros en arribar al lugar, y así sucesivamente lo hacían otras entidades vecinas, San Fernando, San Isidro, General Sarmiento, Escobar. Junto a la Policía; también participaron efectivos del Ejército, Gendarmería, Prefectura Naval y cientos de vecinos.

La zona era una dantesca catástrofe de hierros retorcidos con víctimas, heridas, fallecidas, mutiladas entre ellos.

Dos trenes fueron enviados al lugar para socorrer a los sobrevivientes para eran atendidos en un improvisado hospital de campaña junto a las vía formado con médicos de distintos lugares que respondieron a la emergencia.

Pero lo peor aún esperaba a los Bomberos Voluntarios, que tuvieron que retirar a las personas fallecidas, buscarlos y extraerlos de entre los hierros retorcidos; llevarlos para que le efectuarán los reconocimientos.

Muchos cuerpos irreconocibles quedaron en el lugar, y otros tantos nunca aparecieron, debiendo calcinar los restos debido al avanzado estado de descomposición en el mismo lugar de la tragedia. Semanas más tarde se seguían encontrando sobrevivientes, deambulando por las cercanías, totalmente desorientados sin saber quiénes eran o donde estaban.

La tragedia de 1970, fue la peor tragedia ferroviaria de la historia de la nación, de Latinoamérica y una de la más grande del mundo.