¿Ha habido casos de ajustes exitosos con el Fondo Monetario Internacional?

La decisión del gobierno del presidente argentino Mauricio Macri de acudir al Fondo Monetario Internacional reanima una intensa controversia en toda la región, donde el FMI dejó, especialmente en la década de 1980, una huella de rencor por lo que muchos vieron entonces como la inutilidad de sus recetas para estabilizar la economía.

Una controversia que en años más recientes se repitió hasta cierto punto en la discusión sobre el papel que jugó en la crisis del euro.

Y que en el entretanto se ha expandido casi a todos los países en donde el FMI ha tenido alguna injerencia.

Algunos se preguntan entonces, en dónde han funcionado las intervenciones del FMI.

El FMI: una institución controversial

– 1944 Año en que fue fundado

– 172 Nuevos préstamos concedidos desde 2008.

– 40 Acuerdos corrientes de préstamos

– 1 billón de dólares en fondos disponibles para prestar a sus países miembros

Record problemático

“En el contexto latinoamericano diría que los programas de ajuste estructural del FMI tienen un record muy problemático”, le dice a BBC Mundo Diego Sanchez-Ancochea, profesor de economía de la Universidad de Oxford, en Reino Unido.

Entre otros motivos, señala el académico, estos programas conllevaron un impacto negativo sobre la demanda agregada. Para muchos, la intervención del FMI, con su receta frecuente de austeridad, se volvió sinónimo de recesión y desempleo.

También, recuerda Sanchez-Ancochea, “el cambio institucional es complicado y a menudo llevó a un debilitamiento de las instituciones públicas”.

Del mismo modo, el profesor de Oxford asegura que “el mismo Fondo reconoce ahora que la liberalización financiera es problemática”.

Y además de todo lo anterior, los programas de ajuste impulsados por el fondo a veces agudizaban la desigualdad en los países en donde se aplicaba.

“El impacto sobre la distribución de la renta es a menudo negativo”, añade a BBC Mundo.

“No muchos casos de éxito”

Sanchez-Ancochea asegura que encuentra difícil encontrar casos exitosos de aplicación de programas del FMI.

“Quizás los casos en los que los programas tuvieron menos efectos negativos como en Costa Rica en la década de 1980 fueron aquellos donde las condiciones fueron menos duras y donde los países estaban recibiendo grandes cantidades de ayuda”, aclara.

Pero insiste enseguida a BBC Mundo que “incluso en esos casos las consecuencias estuvieron lejos de ser positivas”.

Otros académicos alegan que en ocasiones los programas del FMI sí han funcionado bien en América Latina.

“El préstamo de 30 mil millones de dólares del FMI a Brasil en 2002, en ese momento el mayor en la historia del Fondo, y condicional a que Brasil mantuviera ´políticas responsables´, es en mi opinión un ejemplo de una intervención particularmente exitosa”, le dice a BBC Mundo Marcus Miller, profesor de economía de la Universidad de Warwick, en Reino Unido.

Para el académico, Brasil enfrentaba un alto riesgo país que se acrecentaba por la incertidumbre ante la llegada al poder de Luis Inacio Lula da Silva, y se temía un contagio de la crisis que entonces vivía Argentina.

“Se evitó el default por un proceso de transición en el que Lula primero fue convencido de ajustar sus políticas y después el mercado aprendió a confiar en Lula. El apoyo del FMI, tanto financieramente como en la formación de políticas creíbles, jugó un papel clave de apoyo en conseguir tiempo para este proceso de transición”, asegura Miller.

Una institución para la paz

En sus comienzos, los diseñadores del FMI supusieron que sería un instrumento de paz. Recordaban cómo la Gran Depresión y el colapso de la integración económica mundial en la década de 1930 habían sido el caldo de cultivo que llevó al nazismo y la Segunda Guerra Mundial.

Por ello, las potencias triunfantes, en el acuerdo de Bretton Woods de 1944, habían acordado la creación del Banco Mundial, para financiar la reconstrucción a largo plazo de las naciones devastadas por la guerra. Y del FMI como una institución que ofrecería ayuda financiera de corto plazo a las naciones que tuvieran emergencias cambiarias o problemas de liquidez de corto plazo, para que no tuvieran que acudir a medidas proteccionistas dañinas como las que habían llevado al descalabro en la década de 1930.

Desde entonces, son muchas las naciones que han acudido a estos préstamos de corto plazo del FMI en momentos de angustia. Incluso el Reino Unido tuvo que hacerlo en 1976 cuando el gobierno de la época tuvo que pedir prestado casi 4 mil millones de dólares para salir de una crisis financiera.

El FMI ayudó a mantener en pie desde la Segunda Guerra Mundial un sistema global basado en el libre comercio y en la cooperación internacional, en fuerte contraste con el proteccionismo que caracterizó al periodo de la década de la 1930, y en ese sentido, muchos dirían que puede cobrar un gran triunfo.

Ortodoxia

Sin embargo, sus intervenciones en la década de 1980 en el mundo en desarrollo, y después en Europa en esta década en sitios como Grecia, ayudaron a crear la imagen de una institución obsesionada con la austeridad, y que a cambio de sus préstamos, imponía condiciones punitivas en exceso a los recipientes del dinero, una situación que, en últimas, contradecía el objetivo original de ayudarlos a salir de las crisis.

Tal vez, dirían algunos observadores, ese “fundamentalismo” del que se acusó antes al FMI ha empezado a cambiar, en especial después del episodio de la crisis griega.

En 2016, para sorpresa de incrédulos, un texto publicado en el sitio web del FMI empezaba diciendo: “En vez de llevar al crecimiento, algunas políticas neoliberales han aumentado la desigualdad, a la vez que ponen en peligro la expansión duradera”.

La declaración, insólita para el organismo que, más que ningún otro, es asociado en la imaginación popular con la expansión de políticas económicas ortodoxas o “neoliberales”, correspondía a un artículo de Jonathan D. Ostry, Prakash Loungani y Davide Furceri, todos en ese momento funcionarios del FMI.

Los tres pusieron su firma a un documento que decía en otro de sus pasajes: “Hay aspectos de la agenda neoliberal que no han funcionado como se esperaba”. Mencionaban, entre otras cosas, que “los costos en términos de aumento de desigualdad son prominentes”.

Las declaraciones de los tres funcionarios sorprendieron en ese momento por ser una aparente admisión de error por parte de expertos del FMI a las políticas que contra viento y marea buscó imponer la entidad a lo largo del mundo.

Pero fueron vistas en su momento como parte de una postura más flexible del FMI a la hora de diseñar sus políticas. Como aseguraba el polémico artículo, “los diseñadores de políticas y las instituciones como el Fondo Monetario Internacional, que las aconsejan, deben ser guiadas no por la fe sino por la evidencia de lo que ha funcionado”.

Papel crucial

El FMI asegura, en cualquier caso, que sigue cumpliendo un papel crucial en la estabilidad económica mundial. En un informe publicado en 2015, titulado “Revisión del programa de crisis”, evaluaba el impacto de acuerdos de crédito con 27 países entre septiembre de 2008 y junio de 2013, cuando el mundo intentaba salir de la peor crisis desde la Gran Depresión.

Según el FMI, “los programas apoyados por el FMI ayudaron a establecer un camino a través de la crisis financiera global que eludieron el escenario alternativo que muchos temían inicialmente, que involucraba un colapso cataclísmico del sistema económico global”.

En ese sentido, que el mundo entero no esté sumido en una nueva Gran Depresión después del desastre financiero de 2008 es visto como la prueba que la ayuda del FMI puede funcionar y tener efectos muy positivos, pese a la gran controversia que los precede.

Argentina está a punto de enterarse, en cualquier caso, si el FMI ha aprendido de experiencias anteriores a la hora de diseñar sus programas, y si la cooperación con el organismo internacional rendirá mejores resultados que los que tuvo el país en ocasiones anteriores.