¿Hasta dónde llega el consenso entre Ciudad y Provincia para flexibilizar la cuarentena?

Ante el malhumor social que se viene expresando y el agotamiento de la cuarentena como recurso, Larreta y Kicillof no dudan en flexibilizar el aislamiento

El 17 vence el plazo de la cuarentena endurecida y una vez más la Provincia y Capital Federal están paradas frente a la disyuntiva de cómo encarar la etapa que viene. Con la Nación como árbitro, existe un tironeo en relación a cuánto más flexible debería ser la etapa de confinamiento que inexorablemente seguirá.

Con cada evaluación de su marcha, que considera entre otras variables la cantidad de contagios y la ocupación de camas en las terapias intensivas, vuelven las tensiones entre los dos gobiernos que “administran” nada menos que el 90 por ciento de los contagios por coronavirus que se producen en el país.

Aflora, sin embargo, un punto básico en común: el convencimiento de que el malhumor social, en parte expresado en el banderazo del jueves, empuja el arribo de algún estado de sosiego.

El temor que se comparte tanto en territorio bonaerense como porteño es que la herramienta de la cuarentena comience a volverse abstracta. Que mantener restricciones fuertes termine convirtiéndola en una invitación al desafío ciudadano. Ese pulso que se toma en la calle talla fuerte sobre la balanza de las decisiones.

Obviamente se esperarán otras variables antes de adoptar la decisión final, pero si no existe un aumento dramático de los contagios entre el lunes y el miércoles -cuando se estima que deberían percibirse los efectos de la menor circulación en la calle con una caída en la cantidad de gente infectada con el virus-, ambas jurisdicciones van camino a recrear el escenario imperante antes del 1° de julio, fecha en que se decidió apretar el torniquete de controles que también afectó a diversos sectores del comercio.

La virtual vuelta a la fase 3 implica además, más allá de escuchar el reclamo social, una marcha atrás táctica. Se trata de un resguardo oficial frente a eventuales alteraciones del escenario pandémico y la posibilidad no deseada de tener que ensayar un retroceso si la situación empeora en lo que resta de julio.

El famoso stop and go, del que se habla en la gestión Kicillof.

El tironeo entre ciudad y provincia parece estar centrado en la amplitud de las flexibilizaciones. Cerca de Kicillof piensan en ser un poco más restrictivos. Horacio Rodríguez Larreta piensa soltar los permisos un poco más.

Habría una novedad que sobrevuela en ese tironeo: esta vez en la Provincia no existiría la condena que sobrevino cuando en capital federal se habilitaron a los runners.

En cambio, no habría acuerdo para un eventual permiso adicional que pudiera otorgar el gobierno porteño para que abran sus puertas los shopping, con el argumento de que estos megacentros comerciales dispararían el traslado de gente desde el conurbano a Capital y, en consecuencia, la circulación del virus.