por Roberto Romeo Di Vita
Jaime Gelfman, además de ser un hermano, fue mi amigo y maestro de vida.
Para mi será esencialmente un poeta.
Una de las personalidades más inteligentes que conocí; escritor, músico, pintor, plástico, letrista de tangos, compositor, ensayista, coordinador del Ateneo del Tango en Mendoza, humorista caustico y farmacéutico de profesión.
Junto con Ana, su compañera de toda la vida, constituyeron una pareja inseparable, más cuando Ana declamaba sus poemas y le ponía su sello creador.
Lo conocí a Jaime en San Martin, provincia de Buenos Aires, en el los actos culturales del Hogar Obrero, junto a los poetas Elido Ubaldo Di Serio, Domingo José Martos, su director José Rosín, Hugo Rondón, José Jesús de Pérez Ruiz y el legendario grupo de teatro Macondo.
“El Viejo Horizonte”, fue el primer libro poema de Jaime, que tuve en mis manos y que otra cosa puedo decir, sino con sus propias palabras…”Este libro responde a los siguientes deseos: levantar la energía de los mutilados, la sonrisa de los trises, la cabeza a los escépticos, la memoria a los olvidadizos, la vida a los melancólicos, la paz a los apresurados.
Pertenezco a la generación del 80. Aquellos que escribimos en un callejón hipotecado hasta el pubis y no perdemos la esperanza.
No una esperanza ingenua y conformista, sino abierta y encendida.
Sin duda vivir es más difícil que morir.
Y vivir escribiendo, aún lo es más” (Todo un manifiesto poético).
Pura poesía que se expresa así….”Acaso no sabes / que la hora redonda de la vida / pone un aro de carne y vino, / un biberón color de ángel / y una sandia / cerca del mate de la tarde? / Acaso no sabes que las manos dialogan / en intimo horno / las mismas confesiones? / Acaso no está la heredad en la paz posible, / en el manto caracol, / oblonga plaza / y en mirar mañanas? / En el día venidero, / el que sale crecido de las manos / y tiene contacto con el sol? / En tu nombre, / Julián, José o María, / que edificas con miel una cintura y no tienes que perder? Aun hoy / el camino desviste la noche / y la riega / con el jugo digital de las estrellas. / Aun hoy / se descalzan quimeras de las novias / y se apuntan cañones al segundo corazón.
Y escribir en el mismo poemario…”Cuando el grueso medallón de la mañana/ festeja a la paloma posada en el arado / y el arado victima a los surcos / y los surcos ensanchan sus espaldas, / la paz es gobierno, / La semilla, / gota de agua, / se siembra como gota de agua del cielo / y vuelve a ser semilla. / Entonces / es paz / la paz de la paloma”. Poemas que tienen disparadores Nerudianos, pero Jaime Gelfman los cincela con estilo propio.
“De Piel y Piedra”, Jaime lo compartió generosamente en un díptico “Voces Presagiosas” de Domingo José Martos. Dos potencialidades poéticas humanas, quijotescas y amigas.
Es en “Preguntas” poema de Jaime, donde interroga y dice….”Nudo y entrenudo racemoso / la fronda del aliento pregunta: / -Por dónde crece la amargura? / -Por donde el descontento? – Por donde tantos ojos tristes?
“Derivado del Día”, tiene el prólogo de Ana Gelman que tanto elogié en su momento y Jaime nos dice…
“Es probable que no sepamos para que vivimos,
pero puedo decir
que la vida es una constante persuasión l
la inmortalidad del tamaño de una lágrima,
todavía un hombre y una mujer
generan, juntos “el aeroplano del calor” todavía
La noche está lanzada a disimular los suspiros,
a guarecer las escamas del abuso,
a describir la locura más fértil”
Al viejo horizonte. De Piel y Piedra. Derivado del Día. Son libros de poemas que guardo con mucho cuidado en mi biblioteca, Jaime Gelfman tiene muchos otros libros por supuesto.
Pero es a través de estos tres libros, de estos recuerdos, de esos días y noches que compartimos en San Martin, en esos viajes a su Mendoza entrañable, al generoso alojamiento en su casa, allí al pie de la imponente Cordillera, a las mañanas de tangos, mates, infinitas charlas, a la visita de su Ateneo, a los paseos por las calles y el trocen mendocino, al pollo a la parrilla, a las clases de vida que recibí de Jaime, a sus consejos, a sus familiares y amigos, a la amistad de Ana, al poema. La puta madre… Como me duele tu ausencia querido amigo!