Las Troyanas

Helena de Troya portará todas las culpas de la humanidad. Por Roberto Romeo Di Vita

Por Roberto Romeo Di Vita

Tras la destrucción de Troya con el ardid de un muñeco infernal, la guerra, la guerra siempre presente como un juego, demostración omnipotente de los poderosos.

Los mares infestados de naves guerreras, los cielos manchados de azufre y fuego, la tierra marchitada por la sangre vertida, el aire con pavor del veneno y  en el viento.

El acero que hiere la carne, la lanza que perfora los pechos, la piedra que mata, el talud que aplasta,  hombres muertos en los combates, niños despojados de alimento materno, el fuego, el fuego que todo lo arrasa.

Un caballo siniestro, un caballo enorme, ardid de la mentira  y de la destrucción.

La invasión, el territorio arrasado por los vencedores, la venganza clava su triunfo sobre los débiles.

Helena de Esparta y de Troya es el pretexto universal para la perversión de los poderosos.

Cualquier motivo sirve para la guerra. Nunca han sido fáciles los tiempos de paz.

Helena será María, Susana, Patricia, la raptada por la pasión. Helena posesión de toda costumbre.

Helena portará todas las culpas de la humanidad.

Helena de Troya vencida, Eva de la tierra humillada, posesión del tiempo y del poder.

Porque el poder, acostumbrado a ganar, mata, saquea, tortura, impone y manda.

Bombardea desde las alturas. Sus pegasos alados, siembran la tierra de desolación y asesinatos.

En Esparta, en Las Troyas de todos los tiempos y confines,  derrotas de aceros y de azufres.