San Marcos Sierras y su esencia hippie

A 150 km al norte de la Ciudad de Córdoba, este mágico pueblo hippie nos invita a respirar a otro ritmo y disfrutar de un viaje distinto

Paz y amor. Mucha naturaleza bien cuidada y, por qué no, algún que otro duende correteando por sus calles de tierra…

A unos 150 km de la Ciudad de Córdoba, el sereno y encantador pueblo de San Marcos Sierras ha sabido ganarse puñados de enamorados, gracias a su onda hippie y la búsqueda de un estilo de vida tranquilo y saludable.

¿Qué podemos hacer en una escapada a este paraíso serrano?

Un poco de todo, pero siempre en clave de gustoso relax: pasear a pie, en bici o a caballo por sus inspiradores túneles vegetales; subir a los cerros que custodian San Marcos, el De la Cruz y el Alfa (¡aquí aseguran que se avistan ovnis!); visitar el único museo hippie de la Argentina y, por supuesto, darnos una vuelta por la célebre feria de artesanías.

A 4 km del pueblo, los piletones naturales del río Quilpo ofrendan otro escenario muy disfrutable: tardes de frescura asegurada en verano –se puede hacer buceo– y un rincón ideal para matear en la reposera cuando el tiempo ya no nos permite chapotear; hay balnearios y áreas de acampe.

Por último, si andamos por estos lares, aprovechemos para abastecernos de cosas ricas, ya que hay mucho y variado: San Marcos es uno de los principales productores de miel extrapura del país y, además, de excelentes aceitunas y aceites de oliva, queso de cabra, arrope de tuna y otras delicias.

Entre ovnis y estrellas

Este hermoso cerro, que está dentro de los límites de la ciudad de San Marcos Sierras, constituye una escapada especial para los amantes de los atardeceres y la contemplación nocturna; por las noches, gracias a la escasa contaminación lumínica de la zona, la Vía Láctea se despliega ante nuestros ojos como encendida por un interruptor. Además, muchos consideran al Alfa un sitio energético singular, propicio para la meditación y avistaje de ovnis. Se puede subir a pie o a caballo, y hay excursiones nocturnas de observación astronómica. Desde la cima, se observa el zigzagueo del río Quilpo, los cerros Uritorco, El Pajarillo y Las Gemelas, el dique El Cajón y parte del Valle de Punilla.

Museo Hippie

Daniel Domínguez, “Peluca” para todos, llegó a San Marcos en los años setenta y es un gran referente de esta comunidad. Hace casi veinte años fundó el primer Museo Hippie del mundo, que cuenta con varios tesoros de colección: una guitarra de Tanguito, la tapa de un simple jamás editado de los Beatles y varios dibujos originales de Eugenio Cuttica, Roberto Fontanarrosa y Marta Minujín. “Peluca” brinda a los visitantes interesantes charlas que remontan la historia del hippismo en el mundo, mientras se recorre la artesanal construcción donde funciona el museo, hecha a base de botellas de vidrio recicladas: en cada una, los recién llegados dejan un papel con un mensaje para la posteridad.

La miel eterna

En medio de las sierras y al abrigo del monte nativo funciona el parque temático apícola El Árbol, un templo de la miel que combina cultura, botánica e historia. Aquí podemos degustar y comprar mieles de monte, jalea real, polen, propóleo y dulces, todo producido en un ambiente donde no se usan agroquímicos ni pesticidas. Además, se hacen charlas y recorridos para conocer el proceso de la miel (el único alimento que no se corrompe) y el fascinante mundo de la abeja, uno de los insectos más antiguos, nobles y mejor organizados de nuestro planeta.

Respirá profundo

Primero llegaron los pioneros naturistas, allá por 1930, trayendo el vegetarianismo y las filosofías orientales; y luego se sumaron los hippies, en los 80, con artesanías y colmenas. Sus aportes y los de tantos otros, fueron dando forma a esta comunidad de “espíritu libre”, donde los visitantes también pueden tomar clases de yoga y sesiones de renacimiento (rebirthing), reiki, meditaciones activas, tarot zen y biodecodificación, entre otras actividades.