Una muestra de la “Tragedia de Once” llega a Tres de Febrero

En recuerdo del sexto aniversario de la Tragedia de Once, mañana a las 19 horas en la Sede Cultural Alberto Olmedo – Rivadavia 12602 de Ciudadela- se inaugurará la muestra fotográfica “Ju5t1cia – Parir la lucha… Nacer del dolor”.

Allí se expondrán imágenes tomadas por el grupo “Fotógrafos con causa”, cuya producción artística motiva la reflexión y la generación de conciencia social acerca de la relación Estado, corrupción y muerte. Además, fue declarada de interés municipal por el intendente Diego Valenzuela.

Por otra parte, el Café Cultural tendrá lugar el jueves 15 de marzo a las 18 horas donde participarán los fotógrafos.

Febrero, mes de las tragedias ferroviarios

El fatídico 22 de febrero de 2012, que tuvo 51 muertos y más de 700 heridos, no es el único accidente a gran escala que tuvieron los ferrocarriles argentinos.

Lamentablemente existen dos antecedentes que por extraña coincidencia también ocurrieron en febrero.

Una de ellas, se desencadenó a las 7.22 del 25 de febrero de 1978 cuando un camión Ford F 600 con caja y acoplado térmico, con una carga con 25 mil kilos de grasa comestible y latas de corned beef para Córdoba, fue impactado por el Estrella del Norte que había partido de San Miguel del Tucumán y tenía como destino la estación Retiro.

El convoy llevaba 2.130 pasajeros, casi la misma población que sería testigo del accidente: Sa Pereira, provincia de Santa Fe.

La formación no pudo evitar el choque y la tranquilidad del pueblo fue quebrada por el estruendo del acoplado pulverizándose. Según la crónica la época, la locomotora “había saltado de las vías y se desplomaba volcando paralelo a ellas, el tren siguió su recorrido por cientos de metros hasta que los dos coches del centro se incrustaron entre sí en un abrazo de hierros y maderas’.

En Sa Pereira, la formación descarrilló tras embestir a una camión

Para los vecinos que se empezaban a acomodar frente al nuevo día, luego del estruendo, “se escucharon gritos de espanto y dolor que crecieron y que después se fueron apagando hasta convertirse en un coro desentonado de quejidos’.

Los habitantes de Sa Pereira, superados por un centenar de los pasajeros del tren se fueron multiplicando para ayudar, obedecieron órdenes de policías y bomberos que iban llegando desde San Jerónimo, Esperanza, San Francisco, Rafaela, Gálvez, Rosario, Santa Fe, Paraná, así como de otras poblaciones vecinas.

El peor accidente de Latinoamérica

El 1 de febrero del 1970, era un domingo que se había prestado para que mucha gente fuera a los balnearios de Zarate y Campana, por lo cual el tren 3832 salía de Zarate cerca de las 19hs con más de mil pasajeros a bordo con destino Retiro.

Una hora más tarde salió de la estación Benavidez hacia su siguiente parada General Pacheco pero a unos cientos de metros se detuvo por un desperfecto mecánico en su locomotora en el poste de señalización del kilometro 36.

La zona donde se encontraba detenido el tren 3832, era una zona inhóspita, de muy difícil acceso, eran bañados y lagunas, de un lado y por el otro el predio de LRA 1 Radio Nacional, el motorman junto al mecánico trabajaban en la locomotora a fin de solucionar el inconveniente técnico, mientras los pasajeros permanecían a bordo de la formación debido al agreste terreno donde se encontraban.

De ahí en más el error humano entró en escena: en Benavidez el señalero se olvidó de colocar en rojo la señal de la vía.

Un día antes un tren que cubría el trayecto de San Miguel de Tucumán con Retiro, iniciaba su recorrido en el que paraba en todas la estaciones hasta Rosario, de allí en adelante ya no se detenía hasta su estación terminal Retiro.

Con doscientas sesenta almas a bordo la formación 1016 tirada con dos locomotoras avanzaba desde Rosario en adelante a una velocidad no menor a los cien kilómetros por hora.

En Benavidez, el error humano fue determinante para el peor accidente de trenes del país

Así y con cuarenta minutos de demora, paso por la estación Benavidez pasados unos minutos de las 20, sin que nadie le advirtiera que metros más adelante se encontraría con su trágico destino.

Algunos pasajeros de los últimos vagones empezaron a sentir algo raro, algunos miraron hacia atrás, dentro de la oscuridad que empezaba a avanzar, y notaron al 1016 que avanzaba a toda velocidad por la misma vía en la cual estaban detenidos, gritaron a todo el mundo y saltaron por la ventanilla, cayendo a una zanga contigua.

El motorman de la formación 1016 aterrado al ver al 3832 detenido frente al él, activo los frenos de emergencias, toco la poderosa bocina de la locomotora unas cuantas veces, cerró los ojos y comenzó a rezar.

La terrible inercia del peso de todo el convoy, siguió empujando al descontrolado tren directamente hacia su par detenido.

Hubo un momento de silencio, y luego el crepitar de los hierros contra hierros, la locomotora se empezó a incrustar dentro del último vagón de la formación 3832, destruyendo todo a su paso, destrozando los vagones, y arrancando las almas de los ocupantes, y después el grito desesperado de los sobrevivientes.

El motorman del ferrocarril 3832, herido gravemente, montó un caballo de un paisano que se acercó al desastre, cabalgó hasta la estación Pacheco y dio aviso a las autoridades; también un radioaficionado alertó a fuerzas de seguridad.

Los elementos del destacamento Pacheco de los Bomberos Voluntarios de Tigre fue uno de los primeros en arribar al lugar, y así sucesivamente lo hacían otras entidades vecinas, San Fernando, San Isidro, General Sarmiento, Escobar. Junto a laPolicía; también participaron efectivos del Ejercito, Gendarmería, Prefectura Naval y cientos de vecinos.

La zona era una dantesca catástrofe de hierros retorcidos con victimas, heridas, fallecidas, mutiladas entre ellos.

Dos trenes fueron enviados al lugar para socorrer a los sobrevivientes para eran atendidos en un improvisado hospital de campaña junto a las vía formado con médicos de distintos lugares que respondieron a la emergencia.

Pero lo peor aún esperaba a los Bomberos Voluntarios, que tuvieron que retirar a las personas fallecidas, buscarlos y extraerlos de entre los hierros retorcidos; llevarlos para que le efectuaran los reconocimientos.

Muchos cuerpos irreconocibles quedaron en el lugar, y otros tantos nunca aparecieron, debiendo calcinar los restos debido al avanzado estado de descomposición en el mismo lugar de la tragedia. Semanas más tarde se seguían encontrando sobrevivientes, deambulando por las cercanías, totalmente desorientados si saber quiénes eran o donde estaban.

La tragedia de 1970, fue la peor tragedia ferroviaria de la historia de la nación, de Latinoamérica y una de la más grande del mundo.