A medio siglo del Mayo Francés

Por Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría

A medio siglo del ‘Mayo del 68’ o ‘Mayo Francés’, cabe analizar sus consecuencias de entonces, pero también su actualidad.

Comenzando por Francia, las protestas estudiantiles y obreras, que se manifestaron con tomas de universidades, barricadas y manifestaciones de violencia, provocaron entonces una fuerte crisis política, que precipitó el fin del ciclo de restauración política, que durante una década llevó adelante el general Charles De Gaulle.

Pero no sólo él fue cuestionado desde las barricadas, sino también el conjunto de la clase dirigente y especialmente la política. Cincuenta años más tarde, un líder joven como es Macron, lidera Francia. Sus apelaciones a De Gaulle no son pocas. En un reportaje al diario alemán Der Spiegel, al responder cómo es vivir en el Eliseo, dijo que es el lugar donde vivieron Napoleón I, Napoleón II y De Gaulle…

En su reciente visita a los EEUU, donde confirmó su capacidad de manejar a Trump en la coincidencia y la diferencia, habló ante el Congreso el 25 de abril y no por casualidad. Es el mismo día, pero 58 años atrás, que lo hizo De Gaulle, que entonces tenía como contraparte a Eisenhower.

El presidente francés también enfrenta medio siglo más tarde, una ola de protestas. Entonces se iniciaron en los estudiantes y se contagiaron a los trabajadores. Ahora es la inversa. Se inician en los trabajadores ferroviarios y los siguen los estudiantes.

Pero entonces, quienes protestaban lo hacían para cambiar, aunque no tenían una alternativa precisa. Ahora lo hacen para no cambiar y frenar el proyecto “modernizador” de Macron.

Este enfrenta las protestas cuando apenas lleva un año y pocos meses de gobierno. De Gaulle lo hizo con una década en el poder. Hay más de un punto de contacto en la visión de Francia de Macron y De Gaulle, aunque sean personalidades muy diferentes, con circunstancias y desafíos distintos.

En términos globales, el ‘Mayo del 68’ francés detonó una serie de protestas en el mundo occidental, que si bien subyacían, hasta entonces no habían tomado forma. En Europa, generaron movimientos terroristas, como fueron los casos de Alemania e Italia.

La Banda Baden Meinho, en la primera, y las Brigadas Rojas, en la segunda, fueron grupos armados inspirados en el nihilismo de las barricadas de París, más allá de sus particularidades. Los intelectuales franceses se hacen maoístas y justifican las masacres de la ‘Revolución Cultural’.

En los EEUU, este espíritu coincide con el movimiento de protesta que se genera contra la Guerra de Vietnam, que como sucediera con el ‘Mayo del 68’, nace en las universidades y la negativa al reclutamiento es su detonante. Pero emerge un movimiento contra cultural, diferente, con el “hipismo” y las drogas.

Medio siglo más tarde, es evidente que subyace también una situación de insatisfacción en Occidente y es a ambos lados del Atlántico. Macron aparece interpretar el fenómeno y antes de viajar a los EE.UU., alerta sobre el crecimiento del autoritarismo en Europa y exhorta a las “democracias liberales” a que atiendan “la cólera del pueblo”.

Son las elecciones, las que hasta ahora canalizan este descontento. El Brexit en el Reino Unido, el triunfo de Trump en los EEUU y el avance electoral del “populismo” en Europa, combinan el reclamo por la desigualdad con el cuestionamiento a las élites.

Hace medio siglo, los intelectuales y los periodistas estaban a la vanguardia de la protesta, ahora se encuentran a la defensiva. En América Latina, el Mayo del 68 francés aceleró un proceso que se había puesto en marcha. En 1959, llega al poder Fidel Castro en Cuba y en 1967 muere en Che Guevara en Bolivia.

La región vive la aparición de la guerrilla, que al mismo tiempo trata de expresar el reclamo contra la injusticia social, pero insertándose en uno de los bandos de la Guerra Fría, al alinearse con el comunismo soviético. Sobre este fenómeno particular, los efectos de las barricadas de París acentúan y extienden la incorporación de sectores intelectuales y estudiantiles a la opción armada.

Medio siglo más tarde, América Latina muestra predominio de democracias y la lucha armada no parece opción en el corto plazo. Pero el retorno del populismo no puede descartarse, conviviendo al mismo tiempo países que están en el centro-derecha (Perú, Chile, Argentina) con otros que están o avanzan hacia el totalitarismo (Venezuela, Nicaragua, Cuba).

No parece ponerse en marcha un fenómeno regional de insurgencia armada como hace medio siglo, pero sí la amenaza para la estabilidad institucional y la paz social que significa el avance del narcotráfico y el crimen organizado, combinándose con la corrupción en el sistema político.

En conclusión: a medio siglo del Mayo Francés, en París hay protestas como entonces y aparecen sorprendentes coincidencias entre Macron y De Gaulle, más allá de diferentes circunstancias; como entonces, hay un fenómeno de insatisfacción en la sociedad occidental, que hoy parece expresarse más en el populismo político electoral, que en la violencia y la contra-cultura, como sucedía medio siglo atrás; y en América Latina, la irrupción de la insurgencia armada es sustituida por el avance del narcotráco y el crimen organizado, como amenaza para la democracia.

El Mayo Francés sería el fin de la carrera política de Charles de Gaulle