El desafío electoral del Frente de Todos para la gobernación

El oficialismo todavía mantiene un caudal de votos competitivo, por eso los intendentes quieren un candidato propio para 2023

A los intendentes peronistas del Conurbano que auscultan todo el tiempo el humor de sus vecinos, acaso no les hiciera falta escuchar la estentórea sentencia de Máximo Kirchner lanzada en medio del asado que se sirvió hace algunos días en Lomas de Zamora. El diputado nacional y líder de La Cámpora dibujó un panorama sombrío en relación al futuro electoral del Frente de Todos para el caso de que la inflación no ceda y los salarios sigan corriendo de atrás en esa competencia desigual.

“Así como estamos, no podemos ganar”, lanzó, palabras más, palabras menos, ante un auditorio plagado de jefes territoriales.

Esa sentencia fuerte, con todo lo que significa, no sorprendió. Es el mismo panorama que muchos de los intendentes observan desde hace meses y que los empuja a buscar cobijo en sus propios distritos. El famoso operativo retorno de aquellos que pidieron licencia en tiempos en que el oficialismo gozaba de una alta ponderación pública para ir a ocupar cargos en la Nación o la Provincia, está más vigente que nunca en momentos en que el Gobierno nacional está en el piso histórico de aceptación ciudadana.

Aquél diagnóstico sombrío de Máximo Kirchner encuentra puntos de contacto en la Provincia donde la situación social es profundamente compleja.

Sin embargo, el oficialismo conserva una aceptación porcentualmente superior que a nivel nacional y que lo torna competitivo. Es un diagnóstico en el que coincide incluso la oposición que maneja encuestas que muestran al Frente de Todos con guarismos que se ubican en torno del 35 por ciento.

Esa competitividad oficial hace que algunos deseos retraídos no hayan pasado al archivo. Axel Kicillof emerge como el principal candidato, pero el anhelo de un grupo de intendentes de ubicar a uno de los suyos en la grilla para la gobernación y que cobró vigor luego de la derrota peronista en las Primarias del año pasado, se sigue acunando de manera más bien disimulada.

Acaso conocedores de que la decisión final pasará por la lapicera de Cristina Kirchner, se manejan sin tanta exposición. Pero el objetivo, en el fondo, sigue siendo el mismo. Algunos incluso se animan a sacar cuentas. “Axel suma todos los votos de Cristina. Uno de los nuestros puede añadir a sectores del peronismo que no votarían al kirchnerismo”, analizan.

Se abrazan a ese eventual valor agregado para cerrar el círculo: creen que podrían dotar al Frente de Todos de un añadido electoral que acaso podría ser decisivo para conservar la Provincia.

Ese razonamiento se asemeja -o se sostiene- con lo que ocurrió en el lapso de menos de dos mes que transcurrió entre las Paso de 2021 y las generales: el empuje de los intendentes fue decisivo para que el oficialismo descontara fuertemente la diferencia que había sacado Juntos por el Cambio a través de Diego Santilli, al punto de dejar esos comicios prácticamente empatados. El nombre de ese proyecto sigue siendo el de Martín Insaurralde, el actual jefe de Gabinete de Kicillof y hombre de muy buen diálogo con Máximo Kirchner.

Se trata de un escenario que hoy, por hoy, parece poco probable. Depende de muchas variables, de deseos ajenos y, como se mencionó, de la decisión de la vicepresidenta, la gran definidora en la Provincia. Cerca de Kicillof aseguran que el gobernador no tiene otro objetivo que no sea el de la reelección.

“No buscamos otra cosa”, sintetizan.

Juran que no hay nada resuelto aún, lo que ocurrirá dentro de seis meses. Pero todas las señales que dicen percibir apuntan hacia el intento de permanencia en La Plata. La especulación, más allá de los deseos de algunos popes del Gran Buenos Aires, se alimenta de versiones que comenzaron a circular en las últimas horas y que indican que Sergio Massa estaría analizando no competir por la Casa Rosada.

“Algunos sectores del Frente Renovador se lo están sugiriendo”, afirman diversas fuentes. “Debería pasar ahora y anotarse para 2027”, añaden. Sin ese nombre en las gateras, algunas miradas interesadas apuntan a Kicillof.

En la Gobernación aseguran que no hay ni una pizca de señal en ese sentido. Aquél deseo que abrazan algunos intendentes depende, justamente, de que el actual mandatario tenga otro destino político.

Mientras tanto, por otro carril para cocinarse otro asunto determinante: la posible suspensión de las Primarias del año que viene. Es un proyecto que empujan diversos gobernadores nucleados en la liga de mandatarios peronistas y aliados de la que también participa Kicillof.

Algunas provincias avanzaron, pero en el caso de Buenos Aires, se aguardará alguna definición a nivel nacional. “Si Nación suspende, se buscará un acuerdo con la oposición para hacer lo mismo en la Provincia”, aseguran en el oficialismo.

Recuerdan un aspecto central: que en la Legislatura el Frente de Todos no tiene mayoría y debe necesariamente dialogar. De manera informal, este tema ya se está moviendo en el Parlamento bonaerense. Ya hubo sondeos con algunos legisladores opositores.

Juntos por el Cambio rechaza la suspensión porque quedaría en un tremendo aprieto para definir sus candidaturas. Pero esa posición tiene matices: algunos intendentes bonaerenses de la oposición empiezan a enviar mensajes no tan contundentes. Lógica pura: sin Paso, tendrían la lapicera para definir las listas en sus distritos.