Laguna de la niña encantada: una leyenda en el suroeste de Mendoza

Una antigua leyenda cuenta que en esas tierras habitaba un pueblo de nativos que vivía de forma muy tranquila y llena de paz, hasta que los Pehuenches comenzaron a visitar la zona y todo empezó a cambiar; ellos también eran originarios del lugar, pero se caracterizaban por ser aguerridos.

En busca de reestablecer el orden, acordaron un casamiento entre individuos de los dos pueblos; la hermosa hija del cacique pacífico, Elcha, se convertiría en la esposa del hijo del patriarca pehuenche. Cuando todo parecía encaminado, la joven novia decidió escaparse con un joven de su tribu, con quien mantenían un intenso romance en secreto.

Pero la huida no salió como deseaban: advirtieron que estaban siendo buscados y que no saldrían vivos después de semejante plantón; por eso, tomaron la decisión de suicidarse. En el punto más hondo de la laguna, se arrojaron abrazados a las heladas aguas.

Quienes los estaban persiguiendo vieron la maniobra suicida y en el mismo momento en que ellos estaban cayendo, comenzaron a pronunciar maldiciones y conjuros habituales de la hechicera de la tribu, que fueron respondidos con un rayo celestial que la petrificó a la joven por siempre, en la cima de la montaña.

Dicen que aún se la puede ver en su prisión de piedra, condenada a presenciar cómo en las noches de luna llena, el reflejo del agua devuelve la imagen de Elcha, la niña encantada, que se reencuentra eternamente con su amado.

Laguna de la niña encantada

Al igual que los amantes castigados, los que pasan por esta Laguna no pueden dejar de enamorarse del lugar. A sólo a 40 kilómetros de la cabecera del partido de Malargüe, en el camino a Las Leñas, se encuentra la Laguna de la Niña encantada. Una parada casi obligada para los turistas que pasen por ahí.

Está ubicada exactamente en el escorial volcánico de El Infiernillo, cuyas rocas al reflejarse en el agua producen formaciones sugestivas que han originado innumerables fábulas con el pasar de los años.

Tiene 80 metros de diámetro y un microclima que permite el desarrollo de una abundante vegetación, fauna y la proliferación de diferentes especies de aves.

El visitante puede visualizar incluso la diversidad de peces que hay, entre ellas, las Truchas arcoíris. Atención a quienes pasen este hermoso rincón paradisíaco: no está permitido pescar.

Su agua cristalina proviene de ríos subterráneos, pero a simple vista tiene un color esmeralda casi aturquesado, provocado por la refracción de la luz solar en el agua, rodeada de yeso blanco y algas que recubren la superficie.

¿Cómo llegar?

Se llega por la Ruta Nacional 40, camino a Las Leñas, luego deben desviarse por la Ruta Provincial 222. Si van en auto, el vehículo debe quedar estacionado del otro lado del río y se debe cruzar por el puente “El Elcha”, ubicado a unos 100 metros del ingreso al parque donde se encuentra.

Todo el trayecto está bien señalizado; en los carteles se lee información sobre las especies que pueden verse allí y la variedad rocosa que hay. Los amantes de las fotografías podrán realizar safaris fotográficos o simplemente, tomar panorámicas desde los balcones naturales que están destinados para ese fin.

En un lateral de este maravilloso estanque natural, casi perdida entre la formación de rocas, hay una gruta de la Virgen de Lourdes; muchos devotos se acercan a llevarle ofrendas y pueden verse cantidad de rosarios colgando en las inmediaciones.

Consejo: si pasan a conocerla, no se pierdan contemplar el atardecer en el lugar. Al encontrarse en medio de un cordón montañoso, la caída del sol y los colores que se generan en el cielo serán un espectáculo singular que vale la pena presenciar.