Rumores palaciegos y una apuesta al desgaste para no saltar el número mágico

 

 

La negociación transitó por un canal de corrección y recato poco frecuente, al punto que la palabra paro se escabulló de la boca de los sindicalistas casi hasta el final. Sin embargo, el inicio de las clases no se salvó del conflicto y los gremios mayoritarios de la docencia pondrán proa mañana a una huelga de 48 horas que afectará el dictado de clases en las escuelas de la Provincia.

Es el final cantado de una paritaria que arrancó, y aún continúa, con una distancia enorme entre lo que pretenden los maestros y lo que está dispuesta a otorgar la administración de María Eugenia Vidal.

En la provincia existe una posición dura en relación a los gremios docentes. La oferta de aumento se plantó en el 15 por ciento en tres cuotas. Un número mágico que, por distintas razones, Vidal no está dispuesta ni se puede, a menos que cambien dramáticamente algunas condiciones, dar el lujo de saltar.

Ese número remite a la inflación y a la meta que se trazó el gobierno nacional para este año. Como buena alumna de la Casa Rosada, la gobernadora se ancló en el 15 e instruyó a sus ministros para que la propuesta no se salga de esos parámetros.

Esa proyección va a terminar desfasada de la realidad porque ya se proyecta que el aumento del costo de vida rondará el 20 por ciento. Pero en el territorio bonaerense están empujados a abrazarse a ese número oficial no sólo por cuestiones económicas sino también políticas.

Desde hace varias semanas funcionarios nacionales vienen trabajando junto a gremios “amigos” de la actividad privada para que cierren acuerdos salariales en torno de ese 15 por ciento. Son sindicatos que no se sumaron a la marcha de Hugo Moyano y sus acompañantes kirchneristas. Algunos de ellos, como la UTA, ya acordaron en base a ese número.

La paritaria bonaerense es tomada como parámetro de varias de las negociaciones en ciernes en la actividad privada. Por eso es que, más allá del argumento oficial de que el déficit de 30 mil millones de pesos que afronta la gestión de Cambiemos impide otorgar un aumento salarial superior, Vidal no tiene demasiado margen de maniobra para ir por más.

“No se puede dejar mal parados a los gremios amigos que no se subieron a la embestida de Moyano”, razonan en el oficialismo.

Las dificultades con los docentes remite a una pelea contra la inflación que viene plagada de tropiezos. Los gremios están seguros de que el 15 por ciento quedará pulverizado bien antes de fin de año. Por eso se abrazan a la resurrección de la cláusula de ajuste automático que les garantizaría no perder frente a esa erosión inevitable.

Vidal ofrece a cambio un “cláusula de revisión”. La diferencia no es semántica: el gatillo es actualización automática. La revisión supone reabrir la paritaria y volver a discutir una eventual compensación salarial.

El tenor de la discusión pone en blanco sobre negro otra cuestión en estos tiempos de gobierno de Cambiemos. Buena parte de los gremios ya no habla de recuperar poder adquisitivo sino ya de al menos no perder frente a la inflación.

En medio de la tensión en el gobierno bonaerense están convencidos de que le han quitado poder de fuego a los gremios, aún cuando algunos sectores oficiales no descartan un conflicto extenso.

Creen que la larga pelea del año pasado que consumió 17 días sin chicos en las aulas desinfló los ímpetus sindicales. Juzgan que los descuentos salariales fueron, junto a la embestida oficial de cara a la opinión pública, decisivos para erosionar ese fuerte poder.

Esa teoría se pondrá a prueba en muy poco tiempo. Se verá qué actitud adoptan los sindicatos apenas concluya la medida de fuerza de lunes y martes.

EL gobierno bonaerense, mientras tanto, viene disponiendo medidas tendientes a socavar aquella influencia. El pago del premio de 4500 pesos a los casi 39 mil maestros que no faltaron durante el año pasado, va en esa sintonía.

También hay que anotar la decisión oficial que impone el plus por ‘presentismo’ que podría alcanzar los 6 mil pesos al año para quienes no se tomen licencias. Y, sin dudas, el reiterado anuncio de los descuentos salariales a quienes se sumen a la huelga.

La provincia corre con ventaja en ese sentido. La Justicia convalidó el año pasado esa modalidad que había sido atacada por los sindicatos.

La apuesta oficial, en definitiva, es al desgaste gremial como forma de ir desinflando una pelea sin final cercano. “Nos bancamos 17 días de paro en un año electoral”, recuerdan inflando el pecho en La Plata.

Parece quedar más que clara esa estrategia oficial. Vidal fue a fondo en su discurso frente a los legisladores al plantear la discusión sobre una necesaria reforma educativa. Y lo hizo con fuerte cuestionamientos hacia el accionar de los gremios.

El debate paritario se desarrolla, pese a los deseos oficiales, sin que aparezcan buenas noticias. El “crecimiento invisible” del que habló el presidente Macri sigue sin llegar al bolsillo del argentino de a pie.

No sólo eso: ya empezaron a llegar las facturas de luz con los aumentos y en abril será el turno del gas y el agua. La preocupación, mientras tanto, invade a sectores del oficialismo.

Tanto, que la propia Casa Rosada organizó una cumbre de los gabinetes nacionales, porteño y bonaerense para levantar el ánimo y brindar cifras sobre un crecimiento económico que la realidad se resiste a mostrar.

En los corrillos del PRO ya no hay empacho en hablar de Vidal 2019. “Por si Mauricio no mide”, dicen.

En la gobernación, silencio stampa.