Esta semana comenzó un nuevo capítulo de la guerra de las encuestas en la provincia de cara a las generales del 22 de octubre.
La primera coincidencia entre los números de las distintas consultoras es que el candidato del oficialismo Esteban Bullrich aventaja a la ex presidenta y postulante de Unidad Ciudadana Cristina Fernández de Kirchner, logrando revertir los resultados de las primarias.
Pero salvo por ese dato, nada menor por cierto, se replican las diferencias y mientras que algunos estudios reflejan un triunfo del candidato de María Eugenia Vidal por 3 puntos, otros estiran esa ventaja más allá del 5 por ciento, es decir ya fuera de los márgenes de error de cualquier sondeo.
El número que trajo tranquilidad a la mesa chica del PRO llegó de la mano de “Opina Argentina”, una de las que más se acercó al resultado de las PASO, que ahora le da a Bullrich 40 puntos de intención de votos, es decir que el oficialismo repetiría los guarismos de Vidal en 2015 y no solo obtendría el triunfo, sino que consolidaría el armado bonaerense.
El crecimiento de la lista de Cambiemos, según ese estudio, se da casi exclusivamente en desmedro de Sergio Massa y Margarita Stolbizer, que estarían sufriendo una estrepitosa caída que los lleva del 15 al 11 por ciento en la general y con caídas más pronunciadas en algunos distritos, según otras encuestas.
La candidata de Unidad Ciudadana también crece, pero solo hasta el 36 por ciento, lo que no representaría un riesgo para el oficialismo, aunque si se profundizaría la polarización a extremos impensados antes de las internas de agosto.
Para Opina los números del ex ministro son todavía mayores y lo ubican primero con 41,6 por ciento, y en este caso Cristina crece hasta los 37,1 con otra caída importante para el frente 1Pais, que en este sondeo también pierde votos a manos de Cambiemos.
El dato saliente de la encuesta de Opina es que releva la fidelidad del voto con respecto a las PASO y sorpresivamente el votante más fiel es el del oficialismo, ya que 96 de cada 100 que los eligieron en agosto volverán a hacerlo en octubre, frente a 92 de cada 100 para el caso de CFK y apenas 74, para el tándem Massa-Stolbizer.
Pero además, entre los votantes de Cambiemos que elegirán otra opción, ninguno irá a parar a Unidad Ciudadana, en tanto que un 2 por ciento de los electores de Cristina ahora optarán por el candidato del oficialismo. Florencio Randazzo, que logra retener el 5 por ciento de la general, perdería electores en igual porcentaje a manos de los dos candidatos más votados.
Otros números advierten una caída de CFK y la ubican más cerca de los 30 puntos, pero ninguno estira la ventaja mas allá de los 5 puntos porcentuales entre el primero y el segundo, y seguramente algunos irán ajustando sus números medida que se acerque la fecha de la elección para evitar el papelón de las PASO, cuando muchos pronosticaban un triunfo cómodo de la ex presidenta.
Llamativamente estos datos no solo son aceptados, sino que son divulgados desde los bunkers de campaña del kirchnerismo y sus principales dirigentes repiten en off a quien quieras escucharlo que “esta difícil”, “nos llevan entre 4 y 6 puntos”, “un triunfo de Cristina sería casi un milagro”, en definitiva, todas sentencias pesimistas y casi demoledoras sobre la chance de revertir los pronósticos.
Todo tamizado además por las intenciones de reorganización del peronismo a nivel nacional que enciende tensiones todos los días y abre fisuras internas hasta en el propio kircherismo cuando se debate sobre el lugar que debería ocupar la ex mandataria una vez que ocupe su banca, porque mientras que algunos la quieren ver nuevamente como “la jefa” del movimiento, otros entienden que la senaduría debe ser igual a una jubilación de CFK.
Ambas posturas conviven en prácticamente todos los armados del peronismo, como quedó demostrado con la inédita reunión que mantuvo el jefe de la bancada en el senado, Miguel Angel Pichetto con los intendentes cristinistas Gustavo Menéndez (Merlo), Santiago Magiotti (Navarro) y Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), con foto en redes sociales incluida.
En el oficialismo tomaron nota y creen que por lo menos una parte de los movimientos y tensiones internas del PJ son solo maniobras distractorias para ganar tiempo y dar el zarpazo, por lo que sobre el cierre de la semana el coordinador de campaña Federico Salvai, salió a planchar el exitismo y a contramano de los sondeos aseguró que la elección en la provincia va a ser muy reñida.
Son tres los efectos que creen que está buscando el kirchnerismo aceptando una derrota cantada cuando aún faltan dos semanas para las elecciones. Primero una traducción política de aquello de “dormirse en los laureles”, que en este caso le haría bajar la guardia a algunos dirigentes, lo que podría facilitar el trabajo militante de los distintos espacios que componen Unidad Ciudadana, sobre todo en distritos del conurbano en los que la ex presidente tiene chances de crecer.
Por otro lado, la figura de “cosa resuelta” le restaría interés a muchos votantes que solo irían a votar si sienten que su voto es realmente útil para evitar un triunfo de los candidatos K, pero que sin ese elemento quizá no vayan a las urnas, lo que claramente perjudicaría al oficialismo.
Finalmente, si los números proyectados indican una diferencia de entre 7 y 8 puntos y luego terminan siendo menores, aún en la derrota el kirchnerismo tendrá elementos para construir un resultado favorable y una nueva batalla épica contra los poderes fácticos, el grupo Clarín y los grandes polos de siembra, entre otros enemigos históricos.
Por eso el equipo de campaña busca bajar las expectativas y probablemente exhiban internamente sondeos de opinión con mayor cercanía en los resultados, como para dejar en claro que la batalla no está ganada y que la garantía de gobernabilidad solo será posible con un triunfo contundente sobre Unidad Ciudadana.